A través de este cuarto ensayo trataremos acerca del tema de la sexualidad. Muchos aspectos relativos a este ámbito se encuentran cuestionados en la actualidad, pues existen diversas posturas al respecto.
Uno de los principales aspectos que se están cuestionando es el relativo a la educación en la sexualidad que reciben los alumnos en las escuelas o bien a través de charlas, o, sin ir más lejos, dentro del propio currículo escolar, a través de la tan polémica asignatura de "Educación para la ciudadanía”.
Unas posturas consideran que no reciben la suficiente información, otros que la información que reciben es necesaria y, por tanto, útil, así como otras posturas que defienden que la información que los alumnos reciben resulta inadecuada para la edad a la que va dirigida.
Sin embargo, parece que la idea más importante ha quedado en el olvido: cada familia es libre de educar a sus hijos según los valores con los que se identifica y que considera más adecuados, por lo que deben disponer de plena libertad para elegir si desean o no que les sean impartidas una serie de enseñanzas que se ven envueltas en un tipo de ideas, a menudo confusas, que quizás no compartan. Convendría señalar como referencia la guía de sexualidad, que se encuentra llena de incoherencias, ambigüedades e ideas poco fundamentadas.
Otro tema actualmente debatido es el relativo al el uso de la píldora anticonceptiva, que actualmente es distribuida gratuita y libremente, hasta un total de tres veces por mujer mayor de 16 años. Gran paradoja para una edad en la que, sin embargo, no está permitido la compra y el consumo de alcohol y tabaco ni tampoco la realización de piercings o tatuajes sin la autorización de los padres o tutores legales.
El fácil acceso a la píldora ha conseguido que los adolescentes pierdan la conciencia de lo que están haciendo, que consideran como algo espontáneo, divertido y no como un acto de amor. Se añade, además, el hecho de que en la actualidad no se advierte de los graves efectos secundarios que puede acarrear su consumo. Considero que se debería limitar su administración gratuita y sin autorización en hospitales y otros centros de atención a la mujer, planificación familiar, etc.
A modo de conclusión, señalaría que, como anteriormente hemos citado, son los padres los primeros encargados de educar en todos los ámbitos -por tanto, también en el de la sexualidad- como ellos crean necesario. La escuela no tiene por qué asumir ese papel si los padres no están de acuerdo. En el caso de que lo estuvieran, es un hecho que resultaría necesario un cambio inmediato en el sistema que ponga en marcha un proyecto social de concienciación y de información acerca de la sexualidad y de todo lo que ello supone realmente. Éste debería ser, en definitiva, un proyecto más planificado y reflexionado.
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